El Inmaculado Corazón de María es una devoción católica usada para referirse a la vida interior de la Bienaventurada Virgen María,
sus gozos y tristezas, sus virtudes y su perfección y, sobre todo, su purísimo amor por Dios Padre, su amor maternal por Jesús y por los hombres.
Surge la historia del Inmaculado Corazón de María mucho antes del siglo XVI, pero fue San Juan Eudes quien popularizó esta devoción en el siglo XVII.
El Papa Pío XII consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María en 1942, en medio de la Segunda Guerra Mundial, lo que marcó un momento significativo
en la historia de esta devoción.
Dicha devoción se asocia con el amor perfecto hacia Dios y la humanidad, simbolizando la pureza y el sacrificio de María.
Juan Pablo II, escogido papa en 1978, tuvo como lema de su pontificado la frase en latín Totus tuus (todo tuyo), dedicado a la Virgen María.
La oracion de consagración a María que rezaba el Santo Padre decía:
Todo tuyo soy, y todo lo mío es tuyo.
En todo lo mío te acojo.
Dame tu corazón, María.
Consagracion por el Papa Pio XII
Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano,
vencedora de todas las batallas de Dios!
Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y
de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades,
no por nuestros méritos, de los que no presumimos,
sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.
En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón,
nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia,
cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada,
sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio,
víctima de sus propias iniquidades.
Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales,
tantos dolores, tantas angustias de padres y madres,
de esposos, de hermanos, de niños inocentes;
tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería,
tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.
Vos, oh, Madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz;
y, ante todo, las gracias que pueden convertir en un momento los humanos corazones,
las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz.
Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran los pueblos,
la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo.
Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.
Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte;
concédeles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad
y puedan repetir con nosotros ante el único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia,
especialmente a aquellos que os profesan singular devoción
y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos),
y haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor.
Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios;
contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza,
la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que sirven a Dios.
Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús, la Iglesia y todo el género humano,
para que, puestas en Él todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación;
de igual manera, oh, Madre nuestra, y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos,
a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios,
y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos,
de un extremo a otro de la tierra, el eterno Magníficat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús,
en sólo el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.
ORACION
Dios te salve María,
llena eres de gracia
el Señor este contigo,
bendita tu eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios
ruega por nosotros los pecadores.
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Oración de Consagración a la Virgen María
Oh Señora mía, o Madre mía
yo me ofrezco enteramente a vos
y en prueba de filial afecto te consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón.
En una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, oh, Madre de bondad
Guardadme y defiéndeme como cosa y posesión tuya
por los siglos de los siglos.
Amén.