Santiago Korovsky, contó que en 2017 ganó un concurso de series web del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) con un video corto que no era más que un tráiler de una serie que aún no existía. Ocho años después, esa idea inicial se transformó en División Palermo.
Korovsky, director, guionista y protagonista de la serie compartio públicamente ese primer proyecto, realizado con amigos y sin mayores pretensiones. Fue una manera de manisfestarse contra el desfinanciamiento del INCAA.
Desde la asunción del gobierno de Javier Milei, el instituto sufrió un proceso de vaciamiento que incluyó recortes presupuestarios, cierre de plataformas digitales como Cine.AR y la eliminación de programas de fomento a la producción nacional.
Estas medidas, que afectaron a la industria cinematográfica argentina, fueron justificadas bajo el argumento de que el cine nacional debía ser autosustentable y no depender de subsidios estatales.
Este desfinanciamiento se inscribe en una ofensiva más amplia contra la cultura nacional, que ha buscado transformar los organismos culturales en herramientas de propaganda ideológica. La centralización de los organismos culturales busca, según críticos, convertirlos en “propaganda libertaria”, en lugar de promover la diversidad cultural y la libertad de expresión.
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