Para que una tarta sea memorable, la masa es clave. Olvidate de las prehechas; hacerla en casa es muy fácil y el resultado es una base mucho más crocante y sabrosa. La siguiente receta rinde para dos tapas, así que podés congelar la que no uses.
Necesitarás 300 gramos de harina común, 150 gramos de manteca bien fría, una cucharadita de sal y medio vaso de agua helada. El secreto está en trabajar poco la masa:
Si buscás una opción más saludable, podés optar por una masa integral mezclando harina 0000 con salvado de trigo y avena, o incluso usar harinas con legumbres para sumar más fibra y proteínas.
El relleno es donde esta tarta se convierte en una comida completa y saciante. La base clásica combina, además de los espárragos, huevos y algún producto lácteo como crema de leche, leche evaporada o queso mascarpone. Para una versión más liviana y proteica, la ricota magra es una excelente opción.
A partir de ahí, las posibilidades para sumar proteínas son muchísimas:
Para armar la tarta, prehorneá la masa durante unos 10-15 minutos a 180°C. Mientras tanto, prepará el relleno mezclando los huevos batidos con la ricota o crema, las verduras cocidas y la proteína que elijas.
Rellená la masa, acomodá los espárragos por encima y horneá por unos 20-25 minutos más, o hasta que el relleno esté firme y la superficie dorada.