Estudiantes de La Plata escribió otro capítulo de orgullo y resistencia en la Copa Libertadores. En un Estadio UNO colmado hasta la última butaca, el León rugió fuerte, venció 1-0 a Flamengo en los 90 minutos reglamentarios, igualó la serie y forzó los penales. Allí, el destino le jugó una mala pasada: Agustín Rossi, con dos atajadas decisivas, le dio la clasificación al Mengão por 4-2.
La noche empezó con tensión máxima. El Pincha buscó desde el arranque imponer su carácter, mientras que Flamengo trató de lastimar con la jerarquía de sus figuras. Muslera sostuvo al equipo en los momentos de mayor presión carioca, con intervenciones firmes y la seguridad de siempre. Cuando parecía que el primer tiempo se iba sin emociones, apareció la zurda de Gastón Benedetti: un misil desde adentro del área que dejó inmóvil a Rossi y explotó las gargantas albirrojas. Ese golazo encendió la esperanza, el grito colectivo de que la hazaña era posible.
El complemento fue un duelo de nervios. Estudiantes se animó con la frescura de Edwin Cetré y la entrega de Carrillo, que bajó todo lo que le tiraron. Hubo un segundo gol que parecía coronar la noche, otra vez de Benedetti, pero el VAR lo anuló por posición adelantada. La tensión se multiplicó: Flamengo buscaba con centros, el León resistía con Núñez y Rodríguez multiplicándose en la zaga. El pitazo final llevó la serie a los penales y el estadio se transformó en un volcán de ansiedad.
Desde los doce pasos, Rossi se convirtió en el villano de la noche para el pueblo Pincha. Le tapó los remates a Benedetti y a Ascacíbar, mientras que el Mengão no falló y selló su pasaje a semifinales, donde enfrentará a Racing.
Estudiantes se despidió con la frente alta, mostrando carácter, juego y el ADN de lucha que lo distingue en la Copa. No habrá épica en los libros de resultados, pero sí en la memoria de los hinchas que vivieron cómo su equipo estuvo a un gol de tumbar a un gigante. La historia seguirá contando que el Pincha nunca se rinde, aunque el destino le diga que no.
diario hoy


