Una empresa japonesa lanzó en agosto un servicio que permitía alquilar personas con aspecto intimidante para resolver conflictos personales. La compañía, llamada Rental Kowaihito, ofrecía hombres corpulentos, rapados y tatuados, similares a miembros de la yakuza, para acompañar a clientes en situaciones como disputas laborales, problemas con vecinos o conflictos de pareja. El servicio generó preocupación pública y fue cerrado a fin de mes.
Rental Kowaihito se presentó como parte de la industria japonesa de «alquiler de personas», un sector en el que es posible contratar desde abuelos postizos hasta hermanos ficticios. La propuesta de «personas intimidantes» buscaba diferenciarse dentro de ese mercado, aunque rápidamente surgieron críticas por su parecido con prácticas propias de grupos mafiosos.
El sitio web de la empresa sugería escenarios polémicos: acompañar a una mujer a enfrentar a la amante de su marido, presionar a un empleador por deudas salariales o amedrentar a compañeros de trabajo fríos con un cliente. Incluso mencionaba el caso de niños víctimas de bullying, lo que generó fuertes cuestionamientos sobre la posibilidad de usar la intimidación contra menores.
Las dudas sobre la legalidad del servicio aumentaron al descubrirse que la página no incluía datos básicos de registro, dirección física ni licencias, y solo ofrecía contacto a través de una cuenta en la aplicación Line. Usuarios en redes sociales lo calificaron como un disfraz para actividades ilegales.
El 31 de agosto la empresa anunció la cancelación inmediata del servicio, citando «diversas circunstancias». La decisión reflejó los riesgos legales y sociales de una propuesta que cruzaba la delgada línea entre un servicio excéntrico de alquiler y una operación cercana a la extorsión organizada.



