El restaurante Asador Aupa, en Cabrera del Mar, convirtió la hamburguesa en un artículo de lujo inaccesible. Cuesta 9.450 euros (11.000 dólares), pero el dinero no alcanza: solo se puede probar si el restaurante decide invitarte. Nadie sabe bajo qué criterios elige a sus comensales, aunque la página oficial permite enviar una solicitud “para ser considerado digno de la experiencia”.
El plato fue desarrollado durante ocho años. No se trata de oro comestible ni de pan de diamantes, sino de lo que el restaurante llama “tres de las mejores carnes del mundo” y “el queso más exclusivo de Europa”. También incluye una salsa elaborada con un licor de lujo, cuyo nombre se mantiene en secreto, como si formara parte de un rito iniciático.
El creador del concepto,
Bosco Jiménez y su asador Aupa., conocido en redes como BdeVikingo, sostiene que el verdadero lujo “no debe ser ruidoso, sino inalcanzable”. Bajo esa lógica, la hamburguesa más cara del mundo no busca venderse, sino dejar afuera. No está en el menú, no se puede reservar y nadie puede garantizar que la invitación llegue alguna vez.
Quienes logran acceder son conducidos a una sala privada donde comparten mesa con otros pocos elegidos. No hay cámaras, no hay fotos, no hay pruebas: solo el testimonio de haber comido algo que cuesta lo mismo que un auto compacto. Los organizadores insisten en que la experiencia “vale cada euro”, aunque se desconoce si incluye estacionamiento.
La Golden Boy, anterior récord en el ranking de hamburguesas, ahora parece una opción económica de tan solo 5.000 euros (unos 6.000 dólares). Asador Aupa logró que un alimento que nació como comida rápida se transforme en símbolo de exclusión. La hamburguesa, finalmente, volvió a dividir a las clases sociales.



