Rodrigo Paz es el nuevo presidente de Bolivia. El candidato de derecha se impuso en el primer balotaje de la historia democrática del país y marcó un hito político al derrotar al exmandatario Jorge “Tuto” Quiroga con más del 54% de los votos, según los resultados oficiales preliminares. Su triunfo simboliza el cierre de un ciclo: después de veinte años, el Movimiento al Socialismo (MAS) queda fuera del poder.
La victoria de Paz llega en medio de una crisis económica y social sin precedentes. Con una inflación interanual del 23%, la más alta en décadas y solo superada por Venezuela y Argentina, Bolivia enfrenta una “tormenta perfecta” marcada por la escasez de combustible, la falta de dólares y una creciente fragmentación política.
El desafío inmediato del nuevo mandatario será estabilizar la economía y reconstruir la confianza interna y externa. La falta de divisas ha paralizado importaciones esenciales y puesto en jaque la política de subsidios que durante años contuvo los precios de productos básicos.
Paz, quien se presentó como una figura moderada dentro de la derecha, promete un gobierno de unidad y diálogo. Pero la fragmentación del Parlamento anticipa una gestión compleja, donde deberá tejer alianzas tanto dentro del país como con socios internacionales.
Su ascenso marca un cambio profundo en la política boliviana y abre una nueva etapa de incertidumbre: tras dos décadas de hegemonía del MAS, el país inicia un viraje ideológico que pondrá a prueba la capacidad del nuevo presidente para gobernar en tiempos de crisis.
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