Al menos 64 personas murieron y 81 fueron detenidas en lo que las autoridades describen como “la mayor operación de la historia” contra el narcotráfico en la ciudad de Río de Janeiro.
El megaoperativo, que continúa en desarrollo, movilizó a unos 2.500 efectivos de las fuerzas de seguridad en los complejos de Alemão y Penha, en la zona norte de la ciudad, con el objetivo de golpear al Comando Vermelho, la organización criminal más poderosa del estado.
La irrupción comenzó en la madrugada, con 32 vehículos blindados, dos helicópteros y drones, que sobrevolaron los barrios más conflictivos de Río. Según las autoridades, la misión busca frenar la expansión territorial del Comando Vermelho, responsable de controlar gran parte del tráfico de drogas en las favelas.
El gobernador Claudio Castro, aliado del expresidente Jair Bolsonaro, confirmó las cifras oficiales y aseguró que entre los fallecidos se cuentan “18 criminales neutralizados”, aunque también reconoció que “lamentablemente, hubo bajas entre los policías”.
Castro denunció además que los narcotraficantes están utilizando drones para lanzar bombas contra las fuerzas de seguridad, un hecho que calificó como “una escalada sin precedentes en la violencia urbana”.
El operativo afectó a más de 200.000 residentes de las comunidades intervenidas, que permanecen prácticamente sitiadas por las fuerzas del orden. Las autoridades informaron además el decomiso de 42 fusiles y una “gran cantidad de droga”, sin detallar el volumen total.
Mientras tanto, organismos de derechos humanos y líderes comunitarios expresaron preocupación por el alto número de muertes y por el impacto que las operaciones de gran escala tienen sobre la población civil de las favelas, donde los enfrentamientos suelen dejar víctimas colaterales.
El gobierno estadual, sin embargo, sostiene que la magnitud del operativo responde a la necesidad de “recuperar el control territorial del Estado” frente a bandas que, según Castro, “han convertido a Río en un campo de batalla”.
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