Un nuevo destructor de 5.000 toneladas, considerado esencial para el desarrollo naval de Corea del Norte, sufrió daños durante su ceremonia de lanzamiento, que tuvo lugar en presencia del líder norcoreano Kim Jong Un.
El buque quedó atascado tras deslizarse de la rampa de lanzamiento, debido a un mal funcionamiento del vagón plano que debía acompañarlo, provocando un desbalance y daños en el fondo de la embarcación, según la Agencia Central de Noticias de Corea.
Kim, quien presenció toda la secuencia, calificó el accidente como “un acto criminal que no puede ser tolerado”, atribuyéndolo a “pura negligencia, irresponsabilidad y empirismo anticientífico”.
Este nuevo buque fue descrito como “una nueva generación” para fortalecer la flota frente a las amenazas de EE. UU. y Corea del Sur.
El líder norcoreano responsabilizó directamente a varios organismos clave, entre ellos el Departamento de la Industria de Municiones del Comité Central del Partido de los Trabajadores. Kim advirtió que los responsables deberán rendir cuentas en la próxima reunión plenaria del Comité Central del Partido, prevista para junio, y consideró que el incidente dañó la dignidad y el orgullo nacional.
El incidente pone en entredicho las ambiciones del régimen, que hace apenas un mes había presentado con orgullo el Choe Hyon, su primer nuevo destructor en décadas.
“Los destructores son los buques de guerra más avanzados de Corea del Norte.
Es vergonzoso. Pero la razón por la que Corea del Norte reveló el incidente es que quiere demostrar que está acelerando la modernización de su armada y expresa su confianza en que eventualmente podrá construir una armada más grande”, resaltó Moon Keun-sik, experto naval que enseña en la Universidad Hanyang de Seúl.
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