El brutal crimen de una familia entera en el barrio porteño de Villa Crespo, que tiene como principal hipótesis que Laura Leguizamón mató a su esposo y a sus hijos adolescentes antes de suicidarse, volvió a poner en discusión el impacto de los trastornos mentales no tratados. En ese marco, comenzó a circular con fuerza la posibilidad de que la mujer haya sufrido el síndrome de Amok, una explosión repentina de violencia extrema, documentada históricamente por la psiquiatría.
Este fenómeno, cuyo origen etimológico proviene del sudeste asiático y significa “atacar con furia sin control”, se asocia a personas que, tras un periodo de tensión interna, aislamiento o depresión, protagonizan brotes de agresión desmedida contra su entorno más íntimo, muchas veces con un desenlace fatal que incluye el suicidio.
El síndrome de Amok no figura de manera autónoma en manuales como el DSM-5, pero es reconocido dentro de los “síndromes culturales” por sus características clínicas. En muchos casos, se vincula con trastornos psicóticos, depresivos graves o traumas no resueltos.
La mujer estaba bajo tratamiento psiquiátrico, y en la vivienda se encontraron cajas vacías de medicamentos como sertralina, midax y olanzapina, lo que podría indicar que había dejado de tomar su medicación.
La carta hallada en la escena del crimen también aportó señales sobre su estado mental: entre frases escritas con trazo tembloroso, se destaca una leyenda que dice: “Fue mucho. Los amo. Lo siento”, junto a otras expresiones confusas que sugieren una desorganización del pensamiento.
El caso, que conmociona a la sociedad argentina, abre un nuevo interrogante sobre la salud mental en contextos de crisis, y plantea la necesidad urgente de una mayor atención pública frente a síntomas que, cuando se ignoran, pueden terminar en tragedias evitables.
En las últimas horas trascendió que el psiquiatra de la presunta homicida habría aconsejado su internación, situación a la que ella se oponía.
“Familia normal, sonriente”
El profesor de Ian, uno de los chicos asesinados, aseguró que “nunca vio nada raro", a la vez dijo que era “una familia normal” cuyos integrantes “sonreían todo el tiempo”.
Roland Russell brindó detalles sobre su experiencia con la citada familia tras conocerse que Leguizamón había asesinado a sus hijos de 13 y 15 años y a su esposo, de 53, para luego suicidarse.
El hombre, quien vivió muchos años en Estados Unidos, tuvo que regresar al país por un problema familiar. Leguizamón lo contactó para darle trabajo y él le dio clases a Laura y también a Adrián, mientras que más tarde tuvo como alumno a Ian. “Cuando vi lo que pasó, me pegó fuerte”, confesó.
Además, mostró algunos audios que le mandó Laura que decían con voz dulce y tranquila: “El sábado pasado tuvimos un problema, perdón que nadie te avisó. Pero este sábado seguro. Así que yo me encargo, no te preocupes”.
Por último, en otro archivo de voz, la esposa de Adrián y mamá de Ian e Ivo le ofrece libros y ropa. “Dale listo. Son un montón de libros y después es algo de ropa, que es talle XL y quizás te puede servir. Bueno, gracias”, concluyó muy amablemente.