Las lluvias que provocaron devastadoras inundaciones en el este de España y el elevado balance de más al menos 158 muertos son resultado de una combinación de factores meteorológicos y humanos, según expertos.
En algunas localidades de la región de Valencia, la más afectada, cayeron en pocas horas el equivalente “a un año de precipitaciones”, indicó la agencia estatal de meteorología (Aemet).
Este diluvio, debido a un fenómeno del mar Mediterráneo conocido como “gota fría” -que se produce cuando una masa aislada de aire frío en elevada altitud desciende sobre otra de aire más cálido-, provocó el desbordamiento de varios ríos y la formación súbita de enormes torrentes de barro.
Cuando alcanzan tal magnitud, las “gotas frías” pueden tener “un efecto muy similar” a los huracanes, señala Jorge Olcina, profesor de Climatología en la Universidad valenciana de Alicante, que vincula el desastre al cambio climático.
La violencia de las inundaciones también se explica por la sequedad de los suelos en las zonas afectadas, producto de años de intensas sequías en España. Esto favorece un fenómeno en el que la tierra es incapaz de absorber tanta agua.
Además, la región de Valencia se caracteriza por numerosas zonas con suelos artificiales, es decir, donde los espacios naturales han sido suplantados por el hormigón, completamente impermeable.
Hubo “una urbanización descontrolada y poco adaptada a las características naturales del territorio”, que ahora “amplifica la peligrosidad de estos eventos”, explica Pablo Aznar, investigador del Observatorio Socioeconómico de Inundaciones y Sequías (OBSIS).
Las precipitaciones cayeron sobre zonas densamente pobladas y afectaron por ende a un gran número de personas.
El área metropolitana de Valencia, donde se produjo la gran mayoría de muertes, tiene 1,87 millones de habitantes. Es la tercera ciudad más grande de España.
La densidad “fue un factor muy importante” para explicar el impacto de las inundaciones, subraya Aznar, para quien preparar las ciudades a las catástrofes climáticas es todo un “reto”.
Un factor agravante del desastre fue el momento del día en que se produjo. La mayor parte de la lluvia cayó al final de la tarde del martes, en un momento en que muchos residentes se encontraban fuera de sus casas.
Muchas personas murieron en sus vehículos, sorprendidas por la crecida del agua cuando regresaban a sus casas o caminando en la calle, tras intentar trepar a árboles o postes de luz.
Una situación que podría haberse evitado si las autoridades hubieran avisado a tiempo a la población para que permaneciera en sus hogares o en sitios seguros, según Hannah Cloke, profesora de Hidrología de la británica Universidad de Reading.
La Aemet emitió el martes por la mañana una alerta roja para la Comunidad Valenciana, pidiendo “gran precaución” ante un peligro “extremo”.
Pero el servicio de Protección Civil envió un mensaje de alerta telefónica apenas pasadas las 20, pidiendo a los vecinos resguardarse.
También pudo haber falta de precaución de algunas personas, que reconocieron haber salido a pesar del alerta, alegando que no eran conscientes de la gravedad de la situación.
“Ha habido fallos de comunicación”, pero sin duda hay una “responsabilidad compartida”, estima Aznar, quien opina que falta una verdadera “cultura del riesgo” en España.
“Nuestra mentalidad colectiva todavía no está adecuadamente adaptada a los nuevos fenómenos meteorológicos extremos”, insiste.
Una análisis compartido por Olcina: “Tenemos que mejorar mucho más la educación para el riesgo en escuelas, pero también para toda la población, para que sepa actuar en caso de un riesgo inmediato”. (AFP)